Las saunas suelen relacionarse con Finlandia. De hecho, la palabra “sauna” proviene del idioma de ese país. Sin embargo, se trata de una práctica que numerosos pueblos han utilizado desde tiempos remotos: las banyas de la antigua Rusia, los mushi-buro del Japón, las termas romanas o los temazcales aztecas son algunos de los ejemplos más conocidos.
Al entrar en la sauna, el ritmo cardíaco aumenta (de 100 a 150 latidos por minuto) y los vasos sanguíneos se dilatan, lo que aumenta la circulación –de manera similar al ejercicio de intensidad baja a moderada– dependiendo de la duración del uso de la sauna, por lo que es el complemento perfecto de la actividad física.
Su existencia a través de los siglos se explica por sus variados beneficios, que en los últimos años la ciencia ha ayudado a esclarecer.




Aliviar el dolor muscular y articular
El aumento de la circulación puede ayudar a reducir el dolor muscular, mejora el movimiento articular y alivia el dolor de la artritis.
Reducir los niveles de estrés
El calor en una sauna mejora la circulación lo que también lleva a la relajación y a producir una sensación de bienestar.
Mejorar la salud cardiovascular
La reducción del estrés que se da en la sauna significa un menor riesgo de afecciones cardiovasculares. Analizando datos de un estudio finlandés sobre enfermedades cardiacas, se descubrió que los que tomaban una sesión de sauna de cuatro a siete veces por semana tenían 63 % menos probabilidades de experimentar un paro cardiaco y 50 % menos de morir de enfermedad cardiovascular que los que solo acudían una vez por semana.
Aumenta la longevidad
Según el estudio mencionado antes, los que toman saunas mueren con más edad. Aunque no se sabe a qué se debe esa longevidad (si es por el relax y la sensación de bienestar, o por el hecho de llevar una vida que permite más tiempo de ocio en la sauna, o por la camaradería que ahí surge), lo que está claro es que el tiempo que uno pasa en la sauna es tiempo bien empleado.
Limpia la piel profundamente
Uno de los grandes beneficios de la sauna es su efecto revitalizante y depurativo, ya que aumenta la irrigación sanguínea de la piel, abre los poros y facilita la eliminación de impurezas. Además, el calor favorece la producción de colágeno, la proteína que da a la piel su elasticidad y su firmeza.
Ayuda a conciliar el sueño
La sensación de estar física y mentalmente limpio es tan maravillosa que quieres disfrutar de ella en paz, todo el tiempo que sea necesario. Esa misma paz es la que te ayuda a conciliar el sueño, el 90 % de los fineses te asegurarán que duermen mucho mejor cuando se han dado una sauna.
Alivia el asma
La sauna suaviza algunos síntomas de esta y otras enfermedades respiratorias. El calor favorece la apertura de las vías respiratorias, los músculos de los bronquios se relajan por el aire caliente inhalado, reduciendo la flema y la sensación de ahogo.